La imagen del presidente del Gobierno Mariano Rajoy, entrando a escondidas en la Audiencia Nacional, (con dos trailers de tres ejes estratégicamente situados para que no hubiera imágenes de la prensa), declarando, no, no sé, no me consta, no recuerdo a todo con arrogancia desde su pupitre especial, protegido por un juez rancio y cuartelero, más asustado incluso que el propio testigo, un testigo, faltón, maleducado con los abogados de la acusación. Un testigo saliendo a toda prisa de la cita para presumir ante las cámaras oficiales de estar orgulloso de haber colaborado con la Justicia y de haber sido el artífice de un Pacto de Estado contra la violencia de género "valorado en 1.000 millones de euros" es la metáfora que resume la histórica jornada en la que tocó fondo la democracia española.
La declaración en sí misma fue una farsa: el presidente del partido más corrupto de Europa dijo no conocer las actividades corruptas de una trama de la que ha sido el dirigente desde hace 30 años. Adujo que en el periodo investigado, y más allá, él solo se cuidaba de los asuntos políticos, y no los económicos o contables: como si los responsables políticos del partido hubieran sido engañados por tesoreros malvados, como si estos líderes ignoraran que el modus operandi del partido conservador ha sido, desde su nacimiento y hasta hoy, financiarse ilegalmente mediante un sistema codificado de extorsión a empresas: dinero B a cambio de contratos públicos. Un mezquino y miserable argumento, si no fuera tan pueril.
Mariano Rajoy es el presidente de una organización criminal que lleva años saqueando las arcas públicas, gobernando contra el interés general, amordazando la disidencia y legislando para los amigos y los cómplices. Que el PSOE y Ciudadanos permitieran a Rajoy seguir gobernando fue una vergüenza además de una desgracia. La comparecencia judicial del presidente el 26 de julio sólo es un eslabón más en una larga cadena de despropósitos anunciados. ¿Podrán o querrán los representantes de la voluntad popular desalojar este nefasto personaje del poder y comenzar a revertir el hundimiento de las instituciones exdemocráticas? Probablemente la respuesta sea negativa. Pero es la única solución a este bochornoso espectáculo, a esta patética manera de tocar fondo, a esta vergonzosa manera de seguir trabajando haciendo como que no pasa nada, mirando hacia otro lado.
Rajoy que siempre está hablando del interés general de los ciudadanos, lo que hace es gobernar, actuar en contra de este interés general, el único interés que preserva es de la organización criminal que tan indignamente preside.